La gamificación se basa en aplicar las
dinámicas y principios de los juegos a diversas actividades de la vida
cotidiana.
La idea general es que los juegos
enganchan, son divertidos, entretienen y nuestros adolescentes pasan
horas jugando sin cansarse. De esta manera, si los aplicamos al aula, nuestros alumnos acabarán también "enganchándose".
De toda la información que he leído hasta ahora, la gamificación se puede resumir en estas tres reglas:
Utilizar de forma controlada los juegos (el profesorado elige el juego y el momento) para que el alumnado adquiera las competencias y habilidades que se supone que aparecen en los mismos.
Utilizar los elementos característicos de los juegos. Los niveles, los puntos, las medallas, los objetos útiles acumulados, los marcadores o el interfaz. En este caso se trata de aprovechar la predisposición del alumnado a jugar para aumentar la motivación por el aprendizaje. Los badges (insignias o medallas) se utilizan bastante en formación. El alumnado recibe los badges a medida que va superando ciertas actividades.
Re-diseñar un proceso de aprendizaje como si fuese un juego. Es la modalidad más complicada, el profesorado debe diseñar su asignatura, o parte de ella, como un juego. No basta con tener una interfaz con los mismos elementos de los juegos sino que ,además el alumno tiene que “jugar” y de esa forma adquirir conocimientos, habilidades y competencias.
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